miércoles, 11 de marzo de 2020

LA VERTICALIDAD COLAPSA EN FAVOR DE LA HORIZONTALIDAD

Siguiendo la senda trazada en varias entradas de índole económico escritas en este blog, y a la vista de que el virulento y volátil escenario que vaticinaba es el contexto en el que ya nos encontramos, voy a tratar de explicar el horizonte que se avecina, arrancando con un deseo que reflejé al final del artículo “Nada es para siempre, ni siquiera la deuda”:
Después de la tormenta habrá de llegar la calma; ojalá tengamos la oportunidad de vislumbrar y palpar una "Era de Transformación", repleta de maravillosas oportunidades.
Todos juntos. Esa será la clave. Esa será la llave. Esa será la nueva globalidad: el fin de la confrontación, las fronteras y el egoísmo en favor de la colaboración, la solidaridad y el bien común. La idea de que el individuo es social antes que individuo se irá imponiendo ante el más que palpable fracaso social actual que, en gran medida, se debe a la falta de una verticalidad puesta al servicio de la colectividad, al servicio del otro.

El comienzo inevitable de un proceso de mayor acercamiento, carente de prisas y miedos, ya se ha iniciado, aunque no lo parezca. Y es que solo tras sufrir pánico, se puede pensar en dejar de tener miedo. Así es como nacerá y se logrará una toma de conciencia personal que será la que provoque y haga brotar la colectiva, haciendo cambiar el mundo.

Creo que, hoy por hoy, el acercamiento es más necesario que nunca. Y curiosamente lo vamos a constatar tras haber ido abandonando el contacto físico en favor del virtual para, sin embargo, comprobar que todos respiramos el todo, que es el aire; y que lo que pensábamos que era minúsculo, casi la nada, en realidad se ha revelado como todo un virus capaz de traspasarnos en un suspiro. Lo minúsculo es enormemente importante. Lo son los pequeños detalles. Lo son los instantes que se viven y no los que se cuentan mediante historias artificiosas, creadas para su exposición virtual.

No seas insensato; vive el instante y olvídate de buscarle un estante donde exponerlo. Lo fugaz ni se detiene ni se edita en un “caralibro”. El instante se graba en la mente, no en un video. Que no te atrape la red que todo lo agrava; te aseguro que se vuelve viral.




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