domingo, 15 de marzo de 2020

INTELIGENCIA, SENSATEZ Y PRUDENCIA... DE LA MANO Y RÁPIDO

Nos enfrentamos a una inminente depresión deflacionaria y, a la vez, al riesgo de provocar el peor episodio inflacionario de la historia, si se desbocara, sin más y sin rumbo certero y prefijado, la máquina de hacer dinero de los Bancos Centrales. Galopar requiere análisis previo y un excelente control para guiar hábilmente en la dirección y sentido correctos. Acertar en la diana implica afinar con el punto de mira. Prudencia.

Para obtener la inflación, debe haber un aumento significativo en la demanda junto con un aumento en la oferta monetaria. Parece seguro que se ha optado por aumentar la oferta de dinero; sin embargo, no está claro que la demanda vaya a despuntar. Y esta es la clave. Ante acontecimientos tan devastadores, la población se cobija y el pánico y la desconfianza pueden provocar un ahorro compulsivo. 

La inversión en proyectos de infraestructura general y en I+D+i han de ser prioritarias; pero los proyectos han de ser útiles y sensatos. Para su financiación, quizá deba recurrirse a emisiones de Bonos a 100 años al 100%. Eso sí, evítese emitir el monto total el primer día. Hágase con sensatez y con prudencia, conforme se necesite el dinero (reduciendo el riesgo inflacionario).
Urge poner a las personas a trabajar, dotarlas de recursos y garantizar gasto en infraestructuras que duren por generaciones y una fértil y virtuosa I+D+i.
Es previsible que varíe estructuralmente la forma en que vayamos a organizarnos, tanto nuestras vidas como las relaciones comerciales. Cambiará lo que las empresas elijan producir y ofertar y, por supuesto, se será mucho más prudente con la deslocalización indiscriminada, tras constatarse sus peligros.

Debemos pensar en más y mejores cadenas de suministro, en las que comenzar fabricando productos médicos imprescindibles y los más necesarios socialmente. No podemos arreglarlo todo de una vez, pero debemos comenzar con la reparación cuanto antes; eso sí, eliminando cualquier opción que conlleve una repetición de rescates por parte de los contribuyentes a los responsables de gestiones e inversiones irresponsables. 

Quizás estemos ante el comienzo del “Gran Reinicio” o, al menos, ante una ronda previa de buenas prácticas. Hay otra posibilidad, que sugiere "detener el reloj" y revivir una tradición medieval declarando un año extraordinario de jubileo y perdonar las deudas.
La prosperidad y el crecimiento solo son viables si son sostenibles. Bajo esta premisa puede soñarse un mundo que permita a la humanidad avanzar hacia un futuro mucho más brillante. Una fructífera “Era de Transformación”.

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