domingo, 6 de diciembre de 2020

Péndola

Perdido, dando vueltas, comencé a seguirme. No por elección, sólo por distracción.

Divagando, envuelto en soledad, acerté tropezando, cayendo en los rincones de la cuenta repasada.

Abrigado en las palabras, apenas supe que extraviarme a sabiendas ayudó a orientar mi mirada vendada, confesada en la duda.

Desvanecida ceguera empañabas
sedientos nubarrones de certezas.
Pulverizada intemperie dejabas
en orden el reposo de tristezas.

Todo es más fácil cuando el presente existe; y entonces, se arredra la noche espantando temores. Y, entonces,...

Bailan pompas de jabón aventando
memoria en la polvareda de huellas.
Viajando va el olvido, navegando
entre levedades que parpadea.

En ciernes la templanza arriba, errando
basares de cenizas de praderas,
enlodados estanques, y aguardando
oleajes su áncora de mareas.

Naufraga el fin del principio. Odisea
ululando rendijas de esperanza
al pajonal repleto y asfixiante.

La pausa a trompicones cabrilea,
enzarzando la prisa en lontananza,
arrobando su embate siseante.

Y, entonces, laten alas de la nada, convidando a escuchar la fragancia que enmudece. Los pasos salen al encuentro del viento fresco, acurrucando en su murmullo el nido de desvelos vendimiados.

Y, entonces, el avivado papeleo de mariposas despereza en espada la voz de la pluma, lágrima de la danza de los cisnes, péndulo susurrante. Se agarra al viento su baile y vuelo. Cascarón de nuez, remanso de lagos diluviados al mar. Péndola. Poesía.


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