Ira,
agresividad y cólera a nivel personal y colectivo. Un escenario que se avecina
tras pasar meses confinados bajo un estado policial.
Nos hallamos
ante la concatenación de varias crisis: sanitaria, económica, financiera, social,
política, humanitaria, etcétera; de manera que todo lo tóxico que se ha ido
acumulando habrá de estallar. La gran burbuja explotará, está claro. Viviremos
una dura etapa en continuo estado de shock.
Puede verse
el vaso medio lleno o medio vacío, y esa es la clave: ha de haber una toma de
conciencia global de que nos encontramos ante un reto integral.
Rescato
la Carta Encíclica PACEM IN TERRIS (JUAN XXIII), 11 de abril de
1963. En ella, entre muchas cosas enormemente interesantes, se
sugiere que es necesaria una autoridad pública de alcance mundial y
se recuerda que ha de tenerse presente la siguiente premisa: Evolución,
no revolución. En concreto, se hace referencia a las siguientes
palabras de Pío XII:
“No en la revolución, sino en una evolución concorde, están la salvación y la justicia. La violencia jamás ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las pasiones, no calmarlas; acumular odio y escombros, no hacer fraternizar a los contendientes, y ha precipitado a los hombres y a los partidos a la dura necesidad de reconstruir lentamente, después de pruebas dolorosas, sobre los destrozos de la discordia.”.
Finalizo
priorizando y resaltando un deseo recogido en las siguientes palabras: “(…)
que esta paz penetre en la grey que os ha sido confiada, para beneficio, sobre
todo, de los más humildes, que necesitan ayuda y defensa, (…)”.
Quizás veamos la luz cuando se marche el Sol...
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