En el ojo del huracán,
colmábase la calma.
Alrededor, violencia.
Al borde de desbordar,
ahogaba hasta al agua
la tensa periferia.
Volvió la mirada,
perdida y apresada.
¿Ocaso? No, ¡alborada!
Y tornaron arrabales,
solanas por umbrías;
y abriéronse confines
a umbrales confinados.
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