Hoy,
el gasto anual en pensiones rebasa los 130.000 millones de euros.
El número de pensionistas ya superó los 9.500.000. Más de la mitad de
estas prestaciones son por jubilación, con una media que ronda los 985
€/mes.
Si
hablamos de la pensión media del sistema, la que toma como referencia
todas las clases de pensiones (jubilación, incapacidad permanente, viudedad,
orfandad y a favor de familiares), esta de reduce a 860 €/mes.
En
cuanto a las pensiones máximas de jubilación: la contributiva supera
los 2.500 €/mes, mientras que la no contributiva (para personas que no han
cotizado lo suficiente, o no han trabajado nunca, pero reúnen ciertos
requisitos) no llega a 370 €/mes.
Cuando
de reparto de riqueza se trata, la media suele estar alejada de la mediana. Así, podemos comprobar que, a pesar de que la pensión media del sistema es de 860
€/mes, la mayoría de los pensionistas perciben un importe inferior.
Lo que sugiero es convertir una media digna en mediana (incluso, moda). Para ello es necesario que el Estado deje de blindar de por vida las diferencias de renta de sus ciudadanos. Busco un reparto solidario.
Las
aportaciones, tanto del trabajador como de la empresa, a lo largo de la carrera
laboral deben contribuir a garantizar el mantenimiento del sistema
de la Seguridad Social y a dotar un Fondo de Reserva, la "hucha de las
pensiones", que lo haga viable y sostenible, incluso en etapas de crisis
económica.
Crear
empleo es la mejor fórmula para evitar vaciar las arcas de la Seguridad Social
(pues reduce las prestaciones por desempleo) y engrosar la hucha común. Eso sí,
siempre y cuando los sueldos no sean miserables, como sucede actualmente.
No
considero una quimera plantear cobrar al menos 8,5 € por cada una de las
140 horas laborales mensuales, elevando el Salario Mínimo hasta unos
deseables 1.190 €, y tratar de situar en este importe la mediana y
la media de la pensión digna que sugiero. Partiendo de esta renta,
ajustemos las cotizaciones sociales, incorporando el principio de
progresividad, para adjudicar a distintos tramos salariales distintos tramos de
cotización a la Seguridad Social y distintos tipos tributarios. Sí,
tributarios.
Creo
que debe recurrirse a los impuestos para incrementar los ingresos destinados a
financiar las pensiones, mediante una contribución social generalizada, en
donde todos los contribuyentes (incluidos los perceptores de rentas de capital
y los pensionistas, no solo los trabajadores) tengan un suplemento en el
impuesto sobre la renta (con tipos progresivos). Esto permite replantear en
esencia la cuestión clave: la relativa a la economía política del sistema
público de pensiones. Incorporar al actual sistema, paulatina y gradualmente,
la función redistributiva que cumplen los impuestos generales como fórmula para
corregir la desigualdad.
Ahora,
las prestaciones se calculan mediante el principio de prestación definida, que
busca y provoca que las más elevadas correspondan a aquellos individuos que
completaron una vida laboral más larga y con salarios mayores. Casi como si se
tratase de un contrato de seguro. Esto es caridad, no solidaridad. Si quienes
más cobran quieren más renta para su vejez, que procuren hacer aportaciones, de
forma individual y voluntaria, a su plan de pensiones privado.
La
Banca ni debe ni puede marcar el camino al Gobierno. Ha de ser al revés, los
bancos deben adaptarse y acomodarse a las políticas del Gobierno, que debieran
regirse por la progresividad impositiva y la solidaridad. El fomento de los
planes de pensiones privados en ningún caso puede pretender hacerlos
obligatorios.
No
puede renunciarse a la garantía estatal de un sistema público de pensiones
digno y sostenible. No permitamos una nueva jugarreta. Ya está bien de decir
"amén" y comulgar con tremendas ruedas de molino. Dado que existe un
empeño en pulverizar la harina de todos en dinero para unos pocos, debe
responderse con contundencia a estos "sacamuelas"; supuestos bomberos
que, aprovechando que truena, orinan gasolina.
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