sábado, 12 de octubre de 2013

El fin del... mudo

La previsión de crecimiento en que se basaba la errónea motivación de la sexta modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana de Ávila, recientemente paralizada por el TSJ de Castilla y León, es un buen ejemplo de que los planes urbanísticos no respondían, con gran frecuencia, a las necesidades demográficas ni se adaptaban al entorno natural en que se emplazaban. 

El gobierno municipal abulense ha anunciado que recurrirá la sentencia basándose en que la competencia en urbanismo es de los ayuntamientos, cuando esta es precisamente la materia que debería trasladarse a niveles superiores con una perspectiva más amplia y menos sometidos a presiones locales y a intereses especulativos, algo que ignora la nueva ley de Reforma Local. Aunque no es lo único que se echa de menos en una reforma que nada hace por tratar de solucionar las graves insuficiencias del modelo territorial del Estado, del que forma parte el mapa municipal.

Esta ley, igualmente, olvida reforzar los controles independientes y no busca la profesionalización de los empleados municipales ni que su elección se base en criterios objetivos y evaluables. Tampoco limita el nombramiento de cargos elegidos a dedo y no incorpora medidas encaminadas a instaurar la racionalización en la estructura municipal, evitando duplicidades y administraciones paralelas ancladas en el descontrol y el despilfarro.

La cercanía al ciudadano sigue siendo un factor positivo en la prestación de servicios. Por eso UPyD nunca ha pedido una retirada general de competencias a los municipios, sino una fusión de estos que permita, por el contrario, prestar dichos servicios más eficientemente, lo que originaría un importante ahorro. Nadie ha encontrado hasta ahora un motivo racional para oponerse a la fusión de ayuntamientos, confirmando el diagnóstico temprano y certero de UPyD. 

Sin embargo, y lamentablemente, se ha pasado de la negación sobre su necesidad a urgentes ocurrencias improvisadas. Como ejemplo, la propuesta del Gobierno, que no solo no solucionará lo que - por fin - reconoce que es un problema, sino que lo agravará. Se trata de la conocida estrategia utilizada por PP y PSOE: tras negar el problema, fingen haberlo descubierto para, finalmente, diseñar una dañina reforma calculada para no cambiar nada de lo esencial con el fin de proteger su alternancia.

¿Cuál es la alternativa de Mariano Rajoy a la fusión de ayuntamientos? Retirar competencias a los muncipios pequeños para dárselas a una de las instituciones más opacas, despilfarradoras y alejadas del control democrático que hay en nuestro país: la Diputación Provincial. Un órgano anacrónico, heredado del siglo XIX, al que concede más atribuciones sin, ni tan siquiera, intentar mejorar su control democrático. Todo se recorta, menos el organismo más impropio de un Estado democrático, social y de derecho. ¿Será este el signo de la recuperación y la confianza?


Como somos cudadanos, y lo somos a tiempo completo, debemos pensar y actuar para construir el presente, esbozando el futuro sin despreciar el pasado. Ahora que el informe PISA para adultos suspende a los españoles en comprensión lectora, evitemos todos un suspenso en comprensión electora. Es el momento de acabar con el eterno y estéril debate de la izquierda y la derecha, inútil forofismo, dando paso a las ideas. Votar la razón, botando el rencor. 


Mientras algunos siguen perdidos entre el progreso al pasado y el regreso al futuro, la mudanza avanza imparable, queridos lectores. Demasiadas evidencias y, para más inri, una señal genial: ¡el Papa elegido ha salido cristiano! Pura revolución. Como agorero confeso anuncio buena nueva: el fin del mudo. Boquiabiertos, ¿verdad?


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