La actual situación de emergencia nacional la origina el Partido Popular -por incapacidad, dejación o una mezcla de ambas- durante los meses previos a su victoria electoral de mayo del año pasado y la refuerza durante meses hasta su victoria del 20N.
Así pues, señores del PP, déjense ya de “herencias” recibidas; ustedes son corresponsables. La primera subida de impuestos dejaba entrever que no se habían hecho los deberes, no se habían previsto los peores escenarios ni las medidas adecuadas para su corrección. Con Rajoy, España seguía expuesta a la misma improvisación de ZP.
Un hombre de Estado, y no de escaño, habría puesto todo su interés en analizar exhaustivamente las causas de la caída de Grecia, Irlanda y Portugal a fin de evitar sus mismos errores analizando las cuentas de la Administración, con especial interés en los agujeros regionales y locales. Habría contactado con el Banco de España para informarse y delimitar la magnitud real del problema del sistema financiero, y habría elaborado un plan para fijar prioridades y dotar de coherencia a la acción de gobierno.
La falta de credibilidad de nuestras cuentas públicas -con sucesivos aumentos de la cifra de déficit sin planes realistas de corrección-, el agujero negro de las cajas de ahorro -regidas por la opacidad, el engaño y el interés político- y el sinsentido de un modelo de estado enclavado en la duplicidad y troceado en forma de diecisiete miniestados -restando competitividad, despilfarrando recursos y frenando el dinamismo económico-, han llevado a España a una situación crítica.
Que las primeras regiones en pedir un rescate sean los feudos populares de Valencia y Murcia o que el mayor fiasco financiero sea precisamente el provocado por la unión de cajas de ahorro controladas por el PP en el gran monstruo de Bankia evidencia el total desconocimiento de la situación por parte de Rajoy, cuyo único objetivo era ocupar el escaño del poder. Pura alternancia, nula alternativa.
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