Al compás de una marea
nacida contracorriente,
por mi mente, lentamente,
voy nadando libertad.
Mi morada amoratada
por los puños de capullos
y los pájaros sin alas,
sueña labios sin maldad.
Mójame muy tiernamente
sin diluvios, gota a gota.
Mójame poquito a poco
sin tsunamis, con tesón.
Que si ahogas el silencio
no florecen pensamientos
que, de suspiros callados,
resuciten la razón.
Tu susurro es puro aliento,
entreveo cómo asomas.
Mudo ya de tanto ruido,
sordo y harto de mil bocas.
Que tu llama me ilumine,
me caliente sin quemar.
Que los fuegos son averno
cuando abrasan la verdad.
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