Pereció el mérito, poco ensalzado.
Despistó al séquito, huyó de la escuela.
Lo batió el éxito de una zarzuela
que erigió al crédito en docto prelado.
Sin piedad ignorado y ultrajado.
Con maldad parodiado. Sin tutela.
Hoy su escarmiento es su gloriosa estela
que lamento y rubor nos ha incitado.
El tiempo opulento en vicio, añorado,
creado en vacuo y opaco mercado,
solo es sollozo que el clamor acalla.
Presentes subasta el fiador canalla.
De antaño dispendio queda morralla.
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